Todas las plataformas, con excepción de las que están diseñadas para trabajo en interior que no pueden trabajar con viento, están diseñadas para aguantar una velocidad de viento hasta un máximo que se debe marcar en la máquina. Operaciones por encima del máximo indicado por el fabricante pueden causar inestabilidad.
La velocidad del viento generalmente aceptada, y también el máximo en el que un operario puede trabajar cómodamente, es de 12,5 m/s (45 km/h).
La velocidad del viento se puede medir desde la plataforma con un anemómetro de mano, un instrumento mucho más fiable que cualquier otra medición visual (Escala Beaufort).
Es muy importante tener en consideración que la velocidad del viento aumenta con la altura y puede ser hasta un 50% superior a una altura de 20 metros comparado con la velocidad en tierra.
Además se debe tener cuidado al manipular materiales con una grande superficie como paneles que pueden actuar como "velas" y afectar gravemente la estabilidad de una PEMP, especialmente en condiciones de viento racheado. Por la misma razón, carteles, letreros y similares no deben aplicarse ni siquiera temporalmente a la plataforma.
Al trabajar en una zona de edificios altos se puede verificar el así dicho “efecto embudo” que causa ráfagas de viento muy fuertes. Otras zonas que pueden tener ráfagas de viento inesperadas son en proximidad de aeronaves en los aeropuertos y vehículos en las autopistas.